Lo primero agradecer a la gente de Orbea, en especial a Joseba e Iñigo, por la confianza depositada en nosotros.

Todo aquel que tiene costumbre andar en
bici sabe que cuando le sorprende un
chaparrón, la mayor calada es la del agua que salpican las ruedas. Nunca
habíamos utilizado este viejo invento e incluso estuvimos a punto de
quitárselos para el viaje.

Pero las pocas oportunidades que hemos tenido para
comprobar su eficacia nos han despejado todas las dudas. Una maravilla!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario